viernes, 13 de noviembre de 2009

EL ALCORCÓN

Meterle un palo por el culo a un burro es una barbaridad como lo es meterle una espada por la chepa a un toro, o meterle bien de plomo por el higadillo a un ciervo, pero no es un negocio y además la ebriedad todavía es un atenuante. Entre todos le matamos y él solo se murió. Quiero decir que en este mundo precario de eufemismos, contratos basura, comida rápida y divorcio express, la neurona es una mecha efímera que se gasta en eyacular precozmente. La pausa es un invento de ingeniería alemana que no hay quien compre con estos sueldos. Así el tema, pensar irrita y eso tú que tiene economato. Luego hay mucho cinismo y mucho torpe geneticón, claro. Nos quedamos en la urgencia del periódico, el regalo y el mañana ya veremos que no son más que consumo. En el día de hoy preguntar es de mala educación y cuestionar ya no digamos. La pelea está perdida con tanta tele y cortate esos pelos. En esta vida que se prolonga hacia una vejez envasada al vacío se muere rápido y se olvida antes. No queremos mirar fuera de nuestra televisión porque nos encontramos con la foto de la mili. Estamos cuadriculados como el chip del DNI que sabe más de nosotros que nosotros (dónde habré metido los papeles). Lo del burro es un señuelo como lo son los trajes de Camps, los piratas del Alakrana o las pajas de la Junta. En el horizonte un capitalismo inmaculado se frota las manos esperando los reyes magos que vienen de oriente (que resulta que es China y el Rey negro es Obama). YO SOY DEL AL-COR-CÓN, AL-COR-CÓN, AL-COR-CÓN...

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