jueves, 25 de febrero de 2010

1330

Diez treinta en salto de tos. Campeón mundial. Cuando consigues dominar el cerebro empeñado en salir por tu frente a un mundo frío lleno de lluvia, cuando las mucosidades vuelven a su sitio y la temperatura sólo importa en el café con leche, ya todo es normal. Habitual. Mañana será un gran día para el campeón mundial de tos. La gente dirá que apuntaba maneras, que llegué a toser con ellos, que tienen fotos, incluso alguna miasma de mi juventud espútica. Ya no piensas en lo afortunado que eres escupiendo flemas sanguinolentas en una casa con goteras, en los reversos paradójicos de los otros, en los procesos psicológicos de las tortugas, en cosas oscuras y múltiples como el gotelé que no ves pero tienes por firmamento. La lluvia suena como una escarcha líquida, como un insulto guardado. La lluvia es un parto de grillos. El tejido neuronal que se ha ido formando en mi cabeza, el mismo que me traerá el cáncer, el parkinson, el alzheimer, me trae ideas salpicadas de sal derramada. El insomnio lo fabricó un niño afgano. Dicen que viene del Congo como los móviles. Me alumbro por las noches con la pantalla del móvil. La metáfora es clara. El niño afgano que llevo dentro juega con el móvil sin bateria ni dígitos mientras me llama. Mamá, mamá. Este niño nunca tuvo madre, ni techo que lo parió. No sabrá nunca lo que es escupir flemas sanguinolentas en un wáter porque nunca tendrá un wáter donde poder escupir su insomnio. Estos niños nunca sueñan. A qué dedican su muerte estos niños. Los niños afganos escupen su sangre hacia adentro. Caminan dentro de un balón de fútbol. Cuando toso en la oscuridad del gotelé veo ojos de gato en las esquinas de mis córneas. No sé por dónde habrán entrado. Ayer cerré con llave mis orejas. No hay gato que entre por mi ano. Debí tragarme el gusano de la manzana que repta por mis bronquios dejando sus larvas. Tengo mucha vida dentro para la muerte que acostumbro. El último espasmo tiró a Freud por el suelo, cayó debajo de Borges, Kundera, poca cosa. Morir lapidado por sus libros es buena muerte para un bibliotecario. 1300 libros-1300 Euros resumen 30 años. El niño estalla en mil pedazos en una bomba de ojos de gato. Gatos llenos de gusanos.

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