viernes, 26 de marzo de 2010

EL CUELLO

Cuándo la tarde. Cuándo la risa de los cuellos enrededados. Siempre las mañanas rehenes de las sirenas que nunca vieron el mar. El sonido fue cediendo ecos al ruido. Nadie supo donde posar las manos generosas de la caricia. Si nos olvidamos de la palabra nuestro, de la palabra todos, quiero decir..., si nos olvidamos de la palabra para qué queremos las palabras. La llaneza de unos ojos cerrados, de unos puños abiertos, como unas piedras abiertas, como unas abiertas enemigas de las bocas encerradas. Hay que abrir la jaula, no es aire todo los que se respira. El oxígeno también se compra. Si no llega mi momento habrá que momentarse, habrá que ceder las mañanas para encontrar la noche sin que sea tarde. Habrá que decirle ya no al ahora mismo. Si no el agua ya no será más veces lluvia, ni río, será un mar de gritos que gotean en charcos de frío. Cuándo la tarde. Cuándo la piel de mis dedos, cuándo tu piel, cuándo vendrán las pieles caminando hacia la tersura líquida de los cuellos. Cuándo por fin.

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