jueves, 28 de octubre de 2010

EL PEZ GRANDE

Lo que quiere el pez chico es ser el pez grande. Por eso juega a la lotería, mira con mal gesto la caña sin espuma y viste corbatin cuando toca la campana. Con su memoria de pez se olvida rápido de que nació pez chico y pide buen vino cuando la sopa de algas le refleja su cara monstruosa, una carota deforme porque en su cuerpito de pez chico se le ha agigantado el rostro hacia pez grande, casi de tiburón martillo. El pez chico se olvida de que come placton (ay, su mala memoria) y quiere ya comerse a otros peces chicos para sentirse como un pez grande y quien sabe si ser él mismo, en un mañana, un pez grande y gordo con mala memoria. La mala memoria es cosa normal entre los peces que sienten el hambre voraz del pez grande y sueñan con rodaballos a la plancha regados con vegasicilias, y hasta con mares del sur con todo incluido. Los peces, incluso, olvidan (ay, su mala memoria) que son peces que se olvidan por tener mala memoria.

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