viernes, 22 de octubre de 2010

LA SOLEDAD

La soledad siempre acompaña. Compañía y soledad son palabras huecas, son sonido, retórica. Son palabras imposibles. La compañía es solitaria, son los servicios mínimos de la amistad. Su imposible reside en el muro tácito del pensamiento, en no saber estar a la altura de las circunstancias de lo que llamamos individuo. Lo ajeno siempre es ajeno por mucho que juguemos al retrato y vayamos al museo del Prado los domingos, leamos a Krisnamurti, o masturbemos al gato. Puedes celebrar el cumpleaños con tu mejor prima y llenar de fotocopias el tuenti, pero cuando apagas la luz la cama sigue fría, y el cuarto trastero de la intimidad sigue húmedo, sigue triste, con la puerta entornada y la luz encendida. Sólo escuchas el cascabel del gato que repudias porque araña y suelta pelo y se mea, incluso, si se nerviosea. Leo: "Te llaman soledad porque eres de la edad del sol. Temprana compañera. Dime, de qué pozo mana tu sordera...". Lo escribí hace diez años.

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