martes, 25 de enero de 2011

EL FRÍO

Vivir sobre la parte blanca de la postal, sin sello ni dirección ni remite cuando el paisaje que te envuelve es pura fotografía es cosa de torpes. El frío enerante cuaja la vista, acelera los saludos y calienta los cafés. Son tardes de agua hirviendo para infusiones o bolsas que apaciguen la lumbalgia. Una atmósfera de reuma que se completa con los fumadores a la puerta que son los caganés de este Belén fatal con que se afila el capitalismo. Vivimos un pellizco más en las tetas del individuo. Alguien está palpando el escroto de la Diosa dignidad que todos buscan en el cuarto oscuro de los monaguillos. Este enero va diciendo cosas, vaciando los bares, las cuentas y las cosas calientes. Enero se ha subido a la factura irritante de luz parada en cuatrocientos euros, que ahora parece el umbral de la lotería donde pegarse un tiro. Cuando se vive sobre la parte blanca de foto, cuando la foto ya no esconde sus senderos de olor, ni sus alcoholes, ni sus carmines florecientes de intimidad, cuando sabes del estatismo de los paisajes y paisanajes, siempre se da la vuelta a la foto para ver quién te amarga el frío con su tibieza triste de mes de marzo. El calor viene de Túnez como una fiebre a lo bonzo que se apaga con mangueras de pan. Vivir en la parta blanca, donde la soledad, donde el libro de historia. Dónde.

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