martes, 4 de enero de 2011

EL INDIVIDUO

"Estoy segura que no piensa ir al Departamento y dar parte de que fumo y bebo licor"
Evgueni Ivanovich Zamiatín. Nosotros. (1920).

El tacto de sus dedos acariciaba el miedo. El eco sin nombre rebotaba en las gargantas como paredes afónicas y todos se sintieron vigilantes. La importancia les convirtió en guardianes, los diferentes comenzaron su metástasis. El miedo dejó a un lado la gripe y el dinero, y trazó un 67 rotundo en la conducta. Ahora duerme: uno, dos, tres. Y como si nada, como ocurren las cosas importantes, una multitud desentrañó sus cuerpos, vaciando la poca solidez que les quedaba. Apenas hubo ruido, lo que llaman sutileza, ocurrió. Hubo incluso quien perfumó el abismo. Con la mirada perdida en el humo, lejos, casi como el rastro inocente de los satélites, le pareció ver una carcajada. Rídiculo, frío, con su pitillito ceniciento colgante de unos dedos mortecinos, sintió una punzada hiriente en el costado. Solía mentirse -es la ciática- y notó como su cuerpo se encogía como un Pinocho invertido.

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