jueves, 17 de marzo de 2011

EL ATLETI

Se me adelantan las tragedias como premoniciones de domingos sin novia. Hoy ha sido abril. Abril se nota en el sueño, en la sobremesa tontorrona y en el fútbol del Atleti que gana de paliza como si fuera pretemporada. Abril es excesivo, es un claroscuro que Sorolla no sabe pintar y le sale otra cosa más de verano pálido, casi septembrino, mejor. Es un mes de lágrimas que trapicheamos con alergias para que nadie se dé cuenta de la tontería en que habitamos. El sol no huele todavía pero ya calienta. Acaban de encender el horno del hielo ahora que sabemos que el frescor viene de la sangre. La transición es cosa del viento. Va poniendo en orden el paisaje hasta que los cerezos se ponen americanos. Cambiamos las pilas de la mirada, cargamos la caricia, renovamos el tanteo de los roces. Volvemos a verle la gracia a las cosquillas, el tiqui taca de los besos furtivos, y sobre la encimera de la cocina un empellón de falicidio. Abril es un mes menopáusico, anciano y loco. Es el cambio de hora del armario, la dieta y el cariño. Hay que quitarle el polvo a la risa, limpiar el coche y cagar a pulso. Comprobar que seguimos eyaculando el el desierto yermo de las horas.

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