miércoles, 15 de junio de 2011

EL PARQUE

A ella, cerca ya de otro verso.


Me miras y a poco el pecho se abre. Como si un pequeño puñal fuese la llave bacteriana del misterio. De pronto el blanco. La claridad poblada de ti, de tu universo, del beso único. Y las paredes vuelan hacia la luz de la piel como una conjura de luciérnagas que cantan el brillo de los pájaros. Vuelvo a la confusión maravillosa de los dedos, a la creencia implacable de la luz. Vuelvo a la maravilla. Regreso a los momentos regados de regresamiento con la claridad de las cosas claras y los ojos cerrados. Qué fácil todo ahora. Todo. Ahora. Vuelta a las palabras del destierro como un elefante ligero con trompa de mariposa y vuelo nocturno. Hay amarillo por todas partes, melodías de labios, sonidos que sueñan con cuellos. Frentes limpias, ojos claros, madrugadas frías -¿dije más?- si lo dije lo digo más, más. Alrededor de la amplitud merodea tu presencia. Avanzas para que vuelva. Y cuando regreso de los antiguos candados veo brillar las preguntas pero ya no estás allí. Has robado la pregunta rota de la existencia. Ya voy de la mano nubil de los perfumes que se sientan en los parques. Los parques. Han vuelto los parques.

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