miércoles, 29 de junio de 2011

LA NOVEDAD

Por delante un enorme mecanismo queda al aire, como una apacible noche de brisas. Por delante hay más, arriba, vamos. Vértigos, golpes y otras cosas verticales. La luz externa ilumina la claridad desierta de lo íntimo. Es el salón de baile de las canciones perdidas, es un ansia irrecuperable. Se duele más el futuro que la pérdida porque el dolor siempre duele más por previsible que por dolor. Duele más lo conocido que el conocer. El dolor es una antipatía del conocimiento. Es el alfiler que no pincha, la aguja negra que escondimos en el pajar, el final repetido de los domingos. No hay peor dolor que el que no duele. No hay mayor mal que la ausencia del bien porque no tiene mejorías. No te preocupes Papá, nada que tú no sepas, nada nuevo. Nada nuevo, ja. Para cuándo una sorpresa. Cuándo el Porfin. Por las mañanas los espejos me dicen que ya está, las puertas otra vez, las ventanas hasta luego. No lo pienses más ha dicho la radio, el coche, la vecina. Por las noches acudo a los parques para recoger aromas, algún orín de gato y una botella medio vacía. Bebo el poso despreciado de las adolescencias de otro. Por allí encontré a la experiencia agnóstica de mi misma, vaticinando porvenires como un abismo de pérdidas. Y esta cotidiana soledad. Cómo explicarte.

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