viernes, 5 de agosto de 2011

LA FLOR

Lo que tú digas cariño. El es el tiempo de la policía. Que la contradicción nos coja tirando la piedra y escondiendo la herida. Las cabezas se abren como flores, como amaneceres nocturnos sin rocío. De la pregunta, ahogaron la pregunta. De la duda, silencio. Lo que tú digas cariño, y llamar al gato para perder la noción de la sangre. Huir del sufrimiento por el siseo del gato es llegar a las tardes solo. Mamá mamá –solloza una madre sin televisión- mi tesoro, hijo mío. Se ha encendido una pantalla. Como una enorme luciérnaga por las piedras de mayo. Sobre el plasma enormes moscas ruidosas. La fluorescente luz verdosa encierra el miedo, arrasa las pupilas de unos ojos que no ven. Sobre el asfalto miles de voces acabaron con el eco de los coches. Sobre el horizonte una enorme sopa. Skyline de lágrimas con sed. Luego -también el luego se acaba- se posará el sosiego en las llagas del grito. Ahora es el tiempo de la piedra, la flor abierta y los niños -¿quién trajo a los niños?- con los ojos en la mano.

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