sábado, 15 de octubre de 2011

EL TIEMPO

Las horas, soldaditos de tiempo, inertes a la lluvia, siguen el camino de las voces de madera. –Son muchos años fumando-, dijo equivocadamente. El humo es inofensivo casi necesario, es la vida lo que huele. Y en la búsqueda de las espaldas de las puertas queremos encontrarnos los besos, el cariño que no fue. Pero las horas, inertes al carmín, siguen su curso hacia el silencio de las uñas, hacia lo ajado de la piel. Alguien desea romper el tiempo con sus pestañas de hielo. Piensa en sajar el semen, en fecundar las nubes con la calma del sol. Pero las horas, inertes al calor, siguen su senda de noches, su mecanismo de pérdidas, su distancia de miedo. Todo es posible en un segundo.

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