miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL PROFESIONAL

Repetir suena a zapato de tacón que retumba en los tablaos sin necesidad de baile. Bailar es un viento que no vuelve nunca ni se repite como una nube de sonidos. La vida repica su taconeo sin baile, sin melodías, sin nubes. Se manifiesta como una tormenta de claridad que esconde sus esquinas. La repetición no es más si no más de lo mismo. La repetición es el bodegón de siempre. Así, le damos la mano al primer beso hasta que se anochece en otros tactos eléctricos. Siempre hay un beso por donde no ha pasado nadie y entonces todo vuelve a ser una despedida, un perfume y una pulsera. En los días secos por la lluvia brillan más las lágrimas, calientan más las soledades. Y sobre la enorme alambrada del paisaje se divisa el humo, la nube/niebla –¡qué más da!- de las acciones de un esperma estéril. No hay más remedio que darse a la vida como quién se entrega a la muerte. La emoción como el arte o se ama o se comercia. Lo profesional sería darme, sólo, un cinco por ciento más, en la escala Ricther del cariño.

No hay comentarios: