martes, 11 de septiembre de 2012

LA CUCHARA

Es el cemento de los días. El tacto áspero del silencio sobre la cama. La química gris de la última cerveza baila sobre lo triste. El sonido ha vuelto a encogerse, de nuevo las calles como cuartos de fiebre. Las mejillas frías besando atardeceres como una nostalgia repetida. El dolor es más intenso porque arrastra las morrenas del tiempo. Sacudimos el viaje para aguantar las sobremesas, los años, lo que la salud quiera. Dentro del jersey vive el hijo de la infancia. Es el niño de las lloradas en los espejos mudos de noviembre. Llanto aburrido de losa y uva. Domingos que inundan los momentos oscuros. El beso y la mejilla, tajos fríos de papel blanco. La mejilla es una saliva de viejo, en los bosques de lana vive desnuda. Enredadas tibiezas de lenguas escupen. En el fondo del nylon larvas de orejas. Hay hileras de autobuses como procesionarias que vuelan hacia tierras más cálidas. Migran hacia despedidas rotas donde comenzar la monotonía del amor. Es el jolgorio que produce cuando nace una cuchara.

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