viernes, 19 de octubre de 2012

LA LUZ

"En el abismo de la transparencia, en ese misterio, 
creo que se puede entrar".
Ramón Gaya. 

A las tres de la mañana (esa tarde de las noches) hay luz sobre el escritorio. Hay luz (esa sombra) para manchar mejor las ideas solitarias. Se mira hacia adentro para mirar lejos. Para ver es necesario la distancia, y buscas su infinito. Otra mano calienta las gomas cansadas de los días. El televisor despliega su menú de horas pegando mocos bajo la vista de la nadie. Allí se piensa como se olvida. A quién le importa un beso. Las voces comienzan a cimentar el sonido hasta cuajar el hueco. El vacío es importante, es allí donde las palabras brillan como girasoles iluminados de silencio. En esa tarde nocturna, en esa sombra, la soledad no importa y la salud desaparece bajo el cristal de una metáfora. Un lápiz desliza la piel del pensamiento, pastoreando luces divertidas. Es un acopio de temores como mariposas prendidas en alfileres. Hay una enorme vitrina. En ese lugar sin espacio, bajo los escombros del tiempo, sentimos la empatía de los cascotes, de las ventanas dolientes que escaparon a tinta, de la confusión de los besos. Y miramos al espejo para ver la lucha emocionada, sentir al dolor atravesando los cojones de los ojos, sin llanto. La angustia es un daño tranquilo. Oigo caer la lluvia. Hay luz, estoy sólo. Son las tres de la mañana.

No hay comentarios: