viernes, 23 de noviembre de 2012

NOTAS. Josep Pla

Si queremos escribir debemos leer. Lo de Pla es una necesidad. Recomiendo sus Notas, que recientemente ha publicado Backlist pero que se pueden encontrar en Destino, en Alianza, en Espasa, quizá bajo otros nombres: Dietarios I y II, Notas para Silvia y Notas del crepúsculo que donde se suele incluir el archinombrado y no leído Cuaderno gris.

Pla le dijo a Soler Serrano que fumaba para empujar el adjetivo. Los adjetivos de Pla tienen empuje, adjetiva humanamente a las cosas, las llena de humanidad, las vuelve entrañables. Pla tiene el gracejo cascarrabias del paisanote. Es una boina que escribe.

Le da lo mismo ponerse con los guisantes que con los culos de las señoras o el acero de los barcos. Lo hace de forma particular que suele ser sinónimo de magistral porque Pla es sobre todo un maestro. Maestro sin pedagogía ni aula ni nada. Es un maestro sin alumnos porque a él lo que le interesa es la materia en sí que es el adjetivo de humo. Aquello que le sale de la boca como un aire negro sin importancia que lo impregna todo. Y una vez que llegas a casa todo el mundo sabe que vienes de leer a Pla porque hueles a su empuje.

Este señor de boina fue corresponsal por media Europa y parte del extranjero en la época de Julio Camba. Luego vendría González Ruano a cobrar sus quinientas pesetas. A sus crónicas de Alemania y el ascenso de Hitler al poder, le siguió la gran marcha de Mussolini sobre Milán y otras por el estilo. A Pla se le achaca -ojo al quienes- su falta de compromiso político en los años de la cosa. Pla se mojaba pero no se enteraba nadie. Pla convierte la política en refranero que es mucho más sutil y más abuelo.

Escribía a la francesa y no se cansó de hablar de Montaigne. Sus páginas están llenas de referencias a libros, autores y anécdotas de toda ralea que le convierten en único. Hay quien le ha comparado a Cunqueiro pero ya quisiera el galego. Escribir a la francesa es escribir sin género, es escribir a lo bruto. Pla viene de Stendhal, de los Dumas y un poco de Baroja que también era francés. Nunca hizo novela (la literatura infantil de los adultos, decía), él se dedicaba a escribir que lo de los géneros se lo deja a los académicos que a mi me suenan a robótica.

La suerte que tuvo Pla es que además fue catalán que es como son las mejores cosas de esto que llaman España. Tuvo la suerte de Josep Vergés, su mejor Destino que editó sus obras completas en 47 volúmenes y más de 30.000 páginas [sic]. Algunas de estas últimas hablan del infarto que casi le cuesta la vida al escritor, escribiendo con el cachondeo del acojone algunas páginas antológicas. También escribe sus viajes y sobre algunos de sus conocidos con títulos grandiosos como “Vida de Manolo” donde se cuenta la vida de Manolo.

Pla para ponerse profundo decía que todo en la vida era superficial. Así superficialmente se pone a raspar las cosas, las palabras, lo actos hasta sacarle brillo a una escritura como de conversación consigo mismo que resultas ser tú. Él se consideraba un gran conversador. En España se han muerto las conversaciones porque  se han muerto los conversadores, claro. Para la buena conversación es necesaria la boina de Pla, ese sentido común del hombre de campo pasado por la prensa de la prensa. En su género fueron buenos Fernán Gómez y Umbral. Del primero queda una película de Trueba (David) “La silla de Fernando”, del segundo cualquiera de las muchas que andan por Youtube.

Pla era un boino, un mejillón con cara de rana. Un paleto que viajaba (los verdaderos paletos viajan mucho) una analfabeto en el sentido bergaminesco de la cosa. Pla acabó volviendo al Ampurdán porque no aguantaba el ruralismo de las ciudades -ese desclasamiento sin retorno de los trajes recién planchados.

De Pla tenemos de todo porque él lo hacía todo a lo bestia, a lo sin importancia. Con Soler Serrano (en vídeo o por escrito) tenemos de sobra. A Josep Pla lo que le gustaba era hablar, pararse a confabular los paisanajes y darle a la sin hueso. Para hablar de Pla hay que leerle que en su caso viene a ser lo mismo. Pla es un paleto de los que ya no quedan porque ahora hasta en los surcos crecen los “wasapes”.



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