martes, 16 de julio de 2013

LA MELODÍA

[Para Ana, Cristina, Agus y Mamen, en Lunes].

“Como una rosa en un callejón
voy conteniendo la respiración.”
Roberto Iniesta.

Cuerpos. Montonadas de carne vivoteando aceite bajo la luz. El agua con su tarde lenta ha vuelto a escuchar  Extremoduro. He vuelto al sonido para recuperar la emoción. He regresado para comprobar que también el temblor se acaba (se agota la tierra, se ensancha el horizonte). Muñones, codos y rodillas removiendo la piel en pequeños sacos de asco. Mareando las pestañas, reteniendo las sombras para que no escapen un te quiero. Sobre la quinta vértebra un párpado engendró un ojo del que nació una mirada. La luz, temerosa y amarilla como las cosas que se pierden, acabó con la saliva. Y todo volvió a su piel de montonera. La carne es una podredumbre milimetrada con perfume. La melodía pasea por la tarde como una brisa pero yo ya no soy yo ni mi aire es ya su nuca. Amor no es decir quédate es un vámonos febril, madrugada púrpura con semén de cerveza atravesada. Esas noches con la polla en la mano en que la vida te agita la frente para decirte que se va. Es el momento de seguir al amor, partir de nuevo hacia la vida recordando melodías, saborear sus ecos como si fueran la última espina. Antes que la piel amontonada comience las arcadas del aire. Antes que los cuerpos recojan sus ojos, tomen sus brazos y -ay- vuelvan, para hablar por los codos.

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