miércoles, 18 de marzo de 2015

EL GATO

"Un día llegaré a ser como los otros".
Fernando Arrabal

Por las noches tengo pesadillas convulsas, me restriego en sedas calientes llenas de tierra. En esa viscosidad de cárcel, de aliento de jaula, jadeo como una larva. Nadie respeta mi cólera, mi asfixia quiere doblegarse en el cosmos de un gato, en esa oscuridad eléctrica de los ojos cerrados. Hay que decir lo siento por sentir asco, como el porfavor amenazado de los niños. La bondad se escuda en sí misma, en la limpieza de un jarrón, en el olor del café caliente de una voz templada. La bondad esconde y el dolor consuela, por eso este poema, esta justificación que me señale, que nos señale a todos. Por eso el aliento de los gatos viene por las noches a jugar con mis pesadillas como si fuera un cascabel. Dentro de ese ovillo solo hay molestias de belcro y motas para el ojo. Luego, despierto sobre la cama del mundo, llega la tristeza. Y siento la palabra como un límite, el hombre un límite y el buitre un límite honesto. Siento el miedo y su silencio. Después del desierto todo es sal. Solitario como la rabia, como la venganza siembro, necesidad de sueños. Y siento el asesinato caritativo de las razones, como un veneno derramado por la alcantarilla, como la crueldad de los poetas que escriben a sus hijos. Y en ese gato de emociones escondidas, en ese arrabal de estiércol, busco las alas del ángel que vomita. El ya sin ahora, la legaña despierta, el amigo.

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