miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA AGONÍA

Un dolor se ha instalado como un cepo en mi mandíbula. Al pasar la lengua por los últimos molares tomamos conciencia de nuestro esqueleto como si fuera un hueso metálico. Mientras la aflicción punzaba mi mejilla he pensado (pensar corre más porque imagina) que degeneraba mi esclerosis, que la muerte vendría lenta con una agonía invadiendo a mis cercanos, y he odiado, incluso, a quienes no me compadecían. Al poco, el dolor ha desaparecido. La tortura ha mutado en alivio con esa conciencia en la vida que solo aclara la enfermedad y he vuelto a mis dolencias cotidianas. Así las cosas, cuando esta mañana he abierto la boca y no he notado la punzada en la mandíbula, he sentido alegría. Como si el consuelo hubiera acabado con el recuerdo me ha sorprendido la euforia. Mi dolor ha retrocedido dos días y vuelvo a sentir el privilegio de mi artrosis y el dulce anhelo de a suicidarme.

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