sábado, 3 de septiembre de 2016

LA ESPADA

"La calle me atraviesa como una espada".
Francisco Umbral.

Los animales tienen la terrible disculpa de la zoología. “Qué culpa tiene el tomate / que estando tranquilo en su mata / llegue un tonto y te mate / y te meta en una lata”. Pues eso. Qué culpa tiene el perro de que un amante de los animales lo encierre en un piso y lo saque a pasear en libertad vigilada a correa en cuello para cagar  El perro defeca como todos, y el civilizado votante recoge sus heces con un higiénico plástico [sic]. Pero qué hacemos con el orín, con la meada esquinera, con la diarrea inoportuna sin espátula posible. Pues algo así ocurre con las personas. Uno procura saber pasear para no recoger los encuentros cotidianos en una bolsa. Habitamos una mediocridad consolidada y en este alfoz de la provincia uno podría escribir la crónica de Puerto Urraco con la proximidad quirúrgica del cirujano. En ese contacto residual, vulgar por cotidiano, biomásico por fungible; consumimos nuestro tiempo. El tiempicida tiene su hora punta en el momento inoportuno.  El “¿Hoynotrabajas?” de un lunes cualquiera o “Quécalorhoy” son expresiones que cuajarán en “Hanpuestounafarola” del jubilado, cuando hayan puesto una farola y se esté jubilado. Este detritus mental se escurre por la esquina de tu pantalón en cualquier descuido. Se puede dar una hostia con la asepsia de la violencia decente, pero qué se hace ante la pedrada verbal de las buenas personas. Cómo se le dice a un tonto que de bondad también se mata. Quién le pone el cascabel al gato que se mea en tu puerta. Pues así estamos, sin asimilar nuestra pertenencia al gremio animal, con el dinero justo para el pan, fingiendo prisa –ya ves- en el reino de la astenia. Uno, aún piensa que nacer no es suficiente para el adjetivo humano. Más allá del establo hay una conducta que no por accidental ha de parecer extraña. Se pueden contener los esfínteres mentales de la agresión. Hay que intentarlo. Quizá –reconciliante quizá- no haya asumido aún mi naturaleza de ladrido por escrito. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para matar la rutina de los demás esta la curiosidad propia, la distancia y el amor a la soledad.... y si no salir corriendo