sábado, 2 de septiembre de 2017

EL NIÑO

Para Agus
en sus 34.


En septiembre todavía escuece el sol de la cerveza. Dicen los del Labo que el estómago disfruta de cerebro, como si la teoría de los universos paralelos tuviera su equivalencia en tripas. Septiembre tiene pensamientos de mierda y un vaso de agua con sabor a polvo. Septiembre tiene saliva atrasada y una herida que se abre. Septiembre, tiempo de conciencia y fracaso, memoria de marihuana por secar. Fechas de suicidio y pedernal. La acidia va estirando la tela que rompe y suena las costuras, va perdiendo el entusiasmo del pasado, va dejando la espina del futuro. Septiembre con su chaqueta de mayo va estirando el amarillo. Cambia con cada fiebre como si fuera un niño que nos vigila desde dentro. Ahora que los padres envecejecen y los hijos no me nacen, septiembre va tejiendo arrugas como si fueran los gusanos de seda de la piel. Septiembre es la mariposa de uno mismo para sí mismo, el corte de digestión de la metamorfosis, gusano de luz en vuelo rasante. Septiembre baja las persianas y cierra las casas, y nos quedamos absortos con la cuchara del cementerio en la mano. Cuando septiembre no emociona, perdemos el miedo floreciente del quizá. Septiembre tiene mar de interior, brea de relojes cansados y ecos de uno mismo. Tiene atmósfera de hojas secas y manzanillas con limón. En septiembre queremos purgarnos la vida, pero alguien le ha metido clavos a la salchicha. Qué pasa, dónde ponemos la inquietud, a quien le contamos la súbita adolescencia que nos deja septiembre. Con la boca seca y el ojo encharcado miramos caer el sol como si fuera nuevo, con la pregunta recién peinada. Quién mima a este niño que pregunta siempre lo mismo y diferente.

3 comentarios:

soyo dijo...

Pues si, parece que así es septiembre. Que no te sea dura la vuelta a la rutina.

Anónimo dijo...

Volver tiene el cansancio del "otravez". Un abrazo compa.

soyo dijo...

Arrastro el cansancio de "aún no me he ido", supongo que hay vueltas que alegran.